martes, 18 de marzo de 2014

LA SEMANA DE UN PROFESOR UNIVERSITARIO (4)


Los lunes y los jueves, a las 8,30h., tengo clase de grado. Me gusta la docencia: los retos siempre presentes para mirar de mejorarla día a día, el esfuerzo para ir fortaleciendo el vínculo con los y las estudiantes, el intercambio, la tutoría... lo único que se me hace duro es la evaluación acreditativa. Probablemente por esto la evaluación se ha convertido en una de mis líneas prioritarias de innovación e investigación.

 El miércoles hicimos una reunión del profesorado de educación social. La jefe de estudios se ha empeñado en la tarea de mejorar la docencia en esta titulación a partir del trabajo en equipos docentes y de la coordinación del conjunto del profesorado. En este tipo de reuniones se oyen cosas que me resultan sorprendentes y que creo que evidencian que nos falta compartir los significados. El tema de las competencias o de la evaluación continuada suele propiciar afirmaciones contundentes y contrapuestas. Hay que buscar espacios para hablar con tranquilidad de cuestiones de fondo pero nos falta más cultura profesional en este sentido.


El viernes por la tarde, aprovechando que mi hija arquitecta pasaba unos pocos días en Barcelona, visitamos una interesante exposición sobre Le Corbusier (1887-1965), en el CaixaForum. Fue un artista completo (pintor, diseñador, arquitecto) con ideas innovadoras y un discurso muy interesante pero que tuvo muchas dificultades para conseguir encargos.

 


El fin de semana cumplimos con una de nuestras tradiciones: celebramos la calçotada anual. En nuestra fiesta es tan importante lo que se come (los calçots, esta cebolla de tanto éxito acompañada de una salsa excelente) como su preparación y su consumo de pie, ensuciándonos las manos y los baberos, acompañándolos de un trago de vino tinto del porrón, y comentando sus excelencias. Después, carne a la parrilla y, para terminar, crema catalana y cava.

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