martes, 17 de febrero de 2015

SUSTIYENDO EL PAPEL DEL PROFESORADO Y DEL ALUMNADO



En un artículo en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia del último día del pasado año, Ramón Sangüesa escribe un interesante artículo titulado "Inteligencia artificial gris". Empieza diciendo que hará un año, académicos de prestigio, como Noam Chomsky, denunció el uso de "asistentes artificiales inteligentes de calificación" por parte del profesorado de universidades de prestigio. Se hace referencia a programas que "interpretan los trabajos escritos de los alumnos -no simples test- y les ponen nota". Por parte del alumnado, también se puede solicitar al programa inteligente Dr. Eassy, previo pago, que escriba un trabajo sobre los temas más diversos. En dos minutos, el programa lo redactará, con las correspondientes y relevantes referencias bibliográficas. Por lo tanto, "podríamos imaginar un panorama donde conectásemos un programa con el otro (...). Profesores y alumnos serían así las interfaces de los dos programas, el que redacta textos y el que los evalúa".

Cuando se habla de lo que debería ser una relación de enseñanza - aprendizaje entre un docente y un estudiante, no se piensa en posibilidades como la señalada. Una vez más, las tecnologías se convierten en un factor más que relevante en la relación educativa, que efectivamente puede facilitar procesos pero con el riesgo de desvirtuar esta relación. Mal vamos si las tecnologías sirven para evaluaciones asépticas que difícilmente pueden responder a la complejidad de la evaluación educativa y para sustituir el trabajo y el esfuerzo por aprender del alumnado. En definitiva, estarían cumpliendo el papel de aquellos que escriben, a escondidas, libros o discursos para otros, por ejemplo. Nada de nuevo, pero con la potencialidad que permiten las tecnologías.  

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