miércoles, 30 de octubre de 2019

MANTENER LAS FIESTAS TRADICIONALES, UNA CUESTIÓN DE FONDO


La escuela y otras entidades educativas educan con lo que dicen pero, sobre todo, con lo que hacen. En este sentido, muchos centros educativos contribuyen a mantener vivas algunas tradiciones de la cultura popular que cada vez se ven más arrinconadas por sustitutos globalizados. Estos días tenemos un ejemplo con la fiesta de la Castañada del 31 de octubre / 1 de noviembre. Se trata de una fiesta popular propia de Cataluña, Aragón, Valencia y las Islas Baleares. Por estas fechas, en varios lugares del norte de España se celebra la fiesta del Magosto, en Canarias La Noche de los Finaos, en Extremadura la Chaquetía o en el País Vasco el Gaztainerre. Todas ellas giran alrededor de la comida de castañas y otros frutos del otoño, mientras en las calles han aparecido las paradas de castañeras y castañeros. Son las fiestas de otoño, cuando se acerca el frío, los días se hacen más cortos y la naturaleza entra en una época de muerte aparente, mientras se recuerdan las personas fallecidas.



Desde hace unos años, estas fiestas tienen que convivir con Halloween, una festividad propia de los países anglosajones que ya ha tomado carta de naturaleza en nuestro país. Esta irrupción de tradiciones provenientes de otros lugares es bueno que pueda convivir con las tradiciones propias para no perder nuestras raíces. Para que esta convivencia sea posible se requiere una cierta militancia porque la tendencia es que las diferentes partes del mundo cada vez se parezcan más, también en las costumbres y las celebraciones festivas. No debemos olvidar que las comunidades toman consistencia gracias a lo que les es propio. Y tampoco podemos dejar de lado que el desarrollo comunitario es clave para el empoderamiento y la socialización comprometida con la mejora de la sociedad, empezando por el propio territorio.

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