miércoles, 22 de mayo de 2019

UNIVERSIDADES SIN PROYECTO DOCENTE


Cada dos años se celebra en Cataluña el CIDUI, el Congreso Internacional sobre Docencia Universitaria e Innovación (y ya se han hecho 10 ediciones) y los años que no hay CIDUI se organiza un Simposio, durante una mañana. El último simposio se celebró el pasado 16 de mayo de 2019 y abordó la cuestión de "¿Cómo responden las universidades a los retos actuales? Modelos y propuestas”. Se articuló en torno a tres subtemáticas: modelos educativos flexibles; relación universidad, empresas y sociedad; responsabilidad social y permeabilidad de la universidad. Estos simposios reúnen profesorado preocupado por la mejora docente y, en los coloquios, hay una serie de cuestiones que son recurrentes: se constata que hay menos valoración de la labor docente que de la investigadora, dificultades para generalizar la innovación docente, etc. Una de las cuestiones que suscitó varias intervenciones fue la de la necesidad de políticas claras por parte de los rectorados y la dificultad que el profesorado se alinee con estas políticas, en vez de ir cada uno por su cuenta.

Cuando en clase trabajábamos sobre los proyectos educativos de las instituciones, recuerdo que un estudiante preguntó qué pasaba con el inexistente proyecto educativo de la Universidad. En mi etapa como director de departamento impulsé la elaboración y aprobación de un proyecto de departamento y, cuando fui vicerrector de Política Docente, un proyecto académico-docente de Universidad. No es, sin embargo, una cuestión sencilla, por razones diversas. En las universidades públicas -al menos, en las españolas- hay una cultura docente de "libertad de cátedra", probablemente no muy bien entendida. No debemos olvidar que la educación está cargada de valores (esto es lo que hace tan difícil un pacto educativo sobre educación entre los partidos políticos). De todos modos, estoy convencido de que se puede avanzar en acuerdos programáticos y en la definición de líneas claras de política docente, pero los primeros que lo tienen que creer son los responsables políticos de las universidades y no tengo del todo claro que esto sea una prioridad para ellos, en muchos casos.

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