miércoles, 1 de mayo de 2019

LA EVALUACIÓN


Después de hablar de las competencias, de la relación entre teoría y práctica y de los aprendizajes profundo y superficial (en la entrada de este blog del 10 de abril del 2019), me refiero hoy a la evaluación, otra de las cuestiones clave a plantearse para mejorar una enseñanza universitaria. De la evaluación he tratado varias veces en este blog: es un tema que me interesa especialmente porque es clave para favorecer (o dificultar) el proceso de aprendizaje. En varias investigaciones se ha constatado que la evaluación es el componente que más influye en cómo los y las estudiantes enfocan su aprendizaje. Cuando se habla de evaluación de procesos de aprendizaje hay que entenderla como una recogida de información, su análisis, la emisión de un juicio crítico y la toma de decisiones consecuentes. Este último aspecto es esencial. La evaluación puede tener varias funciones y, aunque se pueden dar simultáneamente, es importante no confundir la evaluación acreditativa para certificar un aprendizaje, con la evaluación formativa encaminada a tomar decisiones para mejorar el proceso de enseñanza ni con la evaluación formadora encaminada a que el alumno tome decisiones para favorecer su proceso de aprendizaje. La evaluación continua (tan de moda y a menudo no bien entendida) precisamente se justifica por las funciones formativa y formadora ya que estas funciones obligan a tomar decisiones durante el proceso. Para la función formadora es clave la retroacción o feedback. A lo largo de una secuencia formativa hay que prever la evaluación inicial, la evaluación a lo largo de la secuencia y la evaluación final y hay que hacerlo con una doble mirada: la evaluación al servicio del docente (para ayudarle a tomar decisiones) y la evaluación al servicio del estudiante (para ayudar a éste a decidir qué hacer para aprender más y mejor).

En el análisis de la titulación donde se enmarcó la ponencia en que se exponían los temas que ahora voy comentando en este blog, en lo que se refiere a la evaluación destaqué como puntos fuertes la preocupación por una evaluación coherente en muchas asignaturas, la presencia de la retroacción y la presencia de la evaluación entre iguales. Como aspectos a mejorar, señalé la necesidad de trabajar sobre cómo gestionar una evaluación continuada en grupos con muchos estudiantes para evitar un desbordamiento, la existencia de evaluaciones muy simples que no responden realmente a los objetivos que se han formulado (una evaluación muy cómoda pero cuestionada por los propios estudiantes), falta de definición del papel de la evaluación inicial y de la evaluación formadora y necesidad de mejorar la calidad y los efectos de la retroacción. Como no se puede abordar todo al mismo tiempo, mi sugerencia fue empezar por trabajar sobre cómo se puede mejorar la retroacción en la evaluación.

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