miércoles, 27 de febrero de 2019

FORMAR EN COMPETENCIAS


En una entrada anterior de este blog (13 de febrero de 2019) hacía referencia a una conferencia sobre algunos temas clave (en mi opinión) para mejorar una titulación universitaria y avanzaba que los iría tratando en entradas sucesivas. Vamos, pues. El primer tema que apunté fue Formar en competencias. Todas las enseñanzas universitarias actuales se basan en unas competencias que -se supone- deben ser el referente básico de la formación. Las competencias conllevan la movilización e integración de conocimientos, procedimientos, actitudes... para enfrentarse eficientemente a situaciones específicas. Un error habitual es confundir las habilidades con las competencias. Ser competente implica tener habilidades pero también conocimientos conceptuales y valores. La movilización debe ser pertinente en una situación concreta y es por eso que hay que determinar familias de situaciones propias de la práctica profesional en las que poder practicar la competencia. Ejercer la competencia requiere realizar operaciones mentales complejas para elegir y realizar la mejor opción ante la situación concreta; por tanto: cuanto más profundos y reflexionados sean los conocimientos, más facilidades para realizar este tipo de operaciones mentales. Es en este sentido que un enfoque competencial requiere un aprendizaje profundo.

En el análisis que hice de una titulación concreta, destacaba como puntos fuertes la realización de encuentros y jornadas del profesorado para poner en común qué competencias se trabajan en cada asignatura y revisar si habría que hacer modificaciones. Sólo con estas puestas en común es posible avanzar en un enfoque competencial porque desarrollar competencias requiere de un trabajo docente coordinado. Destacaba también que el número de competencias era ajustado (2,7 de específicas y 1,9 de transversales por asignatura, como promedio); el número excesivo de competencias dificulta su enseñanza y aprendizaje. También valoraba como positivo una distribución bastante equilibrada de las competencias transversales entre las asignaturas, otra cuestión clave. La relación coherente entre competencias, objetivos que las concretan y contenidos de aprendizaje no suele ser una cuestión fácil; esta alienación es indispensable. En lo que se refiere a la evaluación, hay que tener presente que hay que evaluar, por una parte, la consecución de los contenidos (conceptos, procedimientos, actitudes) porque sin un buen aprendizaje de los contenidos no hay posibilidades de una buena movilización e integración. Por otra parte, hay que evaluar cómo se realiza esta movilización e integración en situaciones específicas propias de la práctica profesional (casos, simulaciones, proyectos, resolución de problemas...). Avanzar en un enfoque competencial requiere analizar dónde estamos en esta cuestión y preguntarnos en equipo docente como podemos ir dando pasos para mejorar. Paso a paso, pero no podemos renunciar a plantearnos esta cuestión clave que debería ser un referente básico para la docencia.

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