miércoles, 8 de febrero de 2017

ESTAMOS ULTRACONTROLADOS



En la versión digital del diario Ara del 27 de enero de 2017 leí un artículo de Albert Cuesta que reproduzco traducido a continuación.

 "El miércoles 11 de enero salí a las 8:01 de mi hotel en la terminal McNamara del aeropuerto de Detroit para ir en coche al centro de la ciudad, y visitar el salón del automóvil. Llegué a las 8.40 -gracias al chofer, que se desvió de la ruta más directa para esquivar un atasco de tráfico en la autopista-, entré en el Cobo Center por la puerta de West Congress Street esquina con Washington Boulevard y estuve ahí hasta las 14:01. Durante aquellas seis horas recibí tres llamadas e hice una, que tengo grabada; abrí dos veces la aplicación Play Store de mi móvil, cuatro veces la de Instagram, cinco veces la de la cámara Gear 360 de Samsung, cinco más la de correo electrónico, seis veces la de Twitter y tres el chat de BBM; también hice dos consultas en Google Maps, una en Here y cinco búsquedas en la web, dos de ellas con la voz. Incluso podría decir que busqué en cada ocasión, y qué páginas web visité como resultado. Y podría seguir con el resto de mis actividades de ese día, las de los anteriores y las de los siguientes.

No es que yo tenga una memoria prodigiosa. Tampoco soy un individuo obsesivo que anota incluso los detalles más pequeños de su existencia cotidiana. No lo necesito: aquel día llevaba en el bolsillo un teléfono móvil (Galaxy S7) y en la mochila una tableta (iPad Pro), ambos conectados a los servicios de Google: desde el mismo sistema operativo Android del teléfono hasta el correo electrónico de Gmail. Y el gigante de internet, como un ojo que todo lo ve, registra minuciosamente nuestra actividad, tanto en el mundo virtual como en el físico, gracias a los numerosos sensores, como el de posición, incorporados en los dispositivos de los que ya no nos separamos casi nunca. Con esta información que va acumulando sobre nosotros en sus servidores, la empresa construye un perfil cada vez más detallado de nuestros hábitos, intereses y relaciones; concretamente, con quienes nos comunicamos mediante sus plataformas. Con este perfil personaliza los servicios que nos ofrece: presenta en el primer lugar de los resultados de búsqueda los enlaces que son más relevantes para nosotros, o los que tienen que ver con el lugar donde estamos; nos recomienda vídeos de YouTube o aplicaciones de móvil; nos sugiere un día que salgamos de casa antes de tiempo porque hay una incidencia de tráfico en la ruta que seguimos habitualmente para ir al trabajo; cuando consultamos el mapa de la ciudad donde viajaremos, ya encontramos marcado el hotel que nos confirmó la reserva por correo electrónico. Y, sobre todo, nos muestra los anuncios de su inmensa bolsa publicitaria que con más probabilidad clicaremos, proporcionándole así los ingresos que hacen de Google una de las empresas más rentables del mundo.

El lector puede comprobar qué es lo que Google sabe de él entrando en la página MyActivity.google.com. De entrada encontrará una cronología con sus acciones digitales más recientes, presentadas minuto a minuto. En el menú superior puede restringir la consulta a una fecha determinada -lo que he hecho yo para revivir mi periplo por Detroit- o a alguno de los diversos servicios de la casa: desde las búsquedas de imágenes y vídeos hasta los desplazamientos, el uso de dispositivos Android o el navegador Chrome y las interacciones verbales: aquí podéis incluso escuchar la grabación de vuestra voz haciendo la consulta en el teléfono. Hay una lista descargable de todas las búsquedas que habéis realizado en Google mientras estabais conectados y desde qué dispositivo las hicisteis, el historial de las canciones que identificasteis con el buscador de música y la relación de vídeos de YouTube que dijisteis que no os interesaban. El primer apartado de la opción "otras actividades" de Google es el historial de ubicaciones, que muestra sobre un plano de Google Maps todos los lugares del mundo donde se ha estado usando su móvil -haciendo zoom veo por qué calles subo cada martes desde la estación de Sants hasta los estudios de Catalunya Ràdio.

La buena noticia es que este rastreo se puede desactivar. La opción "controles de actividad" del menú principal permite elegir si queremos o no que Google recopile nuestros datos de ubicación, información del dispositivo, la actividad de voz y audio y los historiales de navegación web y visualización en YouTube. En la misma página se pueden borrar los historiales, sea de una actividad en concreto o bien de toda una categoría. Un apartado especialmente importante es el rastreo de anuncios. Google es también el principal mayorista publicitario de internet: gestiona los anuncios que aparecen en más de dos millones de páginas web de terceros, desde blogs hasta grandes medios de comunicación, y hace unos meses modificó la letra pequeña de sus condiciones de servicio para conseguir el permiso para cruzar los datos que acumula directamente con las que obtiene cuando nos muestra anuncios en webs ajenas. Esta opción se puede desactivar en el apartado "configuración de los anuncios de Google", donde también puede eliminar (o añadir) temas que Google ha deducido que le pueden interesar, con un grado de acierto inquietante: de los 40 que salen en mi lista, sólo hay dos que descartaría.

Como es de suponer, el volumen de información que Google acumula sobre nosotros crece con la cantidad de productos de la empresa que usamos: si su móvil es Android y su navegador habitual en el ordenador es Chrome, ya os tiene bien enganchados. Pero aunque tenga un iPhone, si tiene un buzón en Gmail, ve vídeos en YouTube o consulta las direcciones en Google Maps también está dejando rastro. Le aconsejo visitar la página de su actividad y decidir fríamente qué información está dispuestos a ceder a cambio de la innegable comodidad que aporta la personalización. También puede alejarse de Google: el buscador anónimo DuckDuckGo ha celebrado esta semana su búsqueda número 10.000 millones. Pero recuerde que hay otras plataformas que le observan de cerca: Facebook no registra sólo lo que ve en la red social, sino también lo que haga cualquier otra página donde haya un botón de "Me gusta", y lo cruza con los datos personales -fecha de nacimiento, con quien comparta la vida, en qué escuela estudió, qué modelo de coche le gusta, en qué restaurantes come- que le está dando voluntariamente".

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