martes, 17 de noviembre de 2015

PARÍS



Estos días estamos golpeados por el brutal atentado de París. Cuando un hecho como éste ocurre en el corazón de Europa el impacto es muy fuerte. Antes, ha habido otros atentados fuera de nuestro continente y ha parecido que nos quedaba lejos. Quizás es triste que sea así pero lo que es más cercano siempre nos afecta más fuertemente. Esto lo sabían los autores del atentado y por eso escogieron la capital de Francia.

Cuando se produce un ataque masivo como el de París nos quedamos descolocados.
Lo más fácil es responder con medidas urgentes, bélicas y fomentar el miedo y medidas segregacionistas. Las respuestas fáciles sabemos muy bien que no siempre son las mejores. En el caso que nos ocupa, no cuesta mucho ver que el problema es complejo y sistémico. Afrontarlo con garantías necesariamente tiene que pasar por tener en cuenta temas sociales, económicos y culturales. Sin un abordaje sistémico el riesgo de nuevos atentados estará a la orden del día y podemos caer en nuevas restricciones de las libertades personales y en más incremento del control y la vigilancia.

Este enfoque complejo y sistémico es necesario para abordar la cuestión en las aulas y otros espacios educativos. No es fácil, pero hay que evitar caer en un análisis demasiado superficial y sólo focalizado en el impacto emocional. Creo que hay que tener muy presente cómo abordar el tratamiento de hechos como estos desde la vertiente educativa porque necesitamos que la ciudadanía que se está formando sea capaz de contribuir, en su momento, a resolver situaciones tan graves como las que han provocado la atentado de París. Sin ir a las causas, no tenemos alternativas reales.

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