martes, 1 de septiembre de 2015

TOCA TRABAJAR



En general, las vacaciones me resultan agradables y, a menudo, interesantes. Tanto es así que sólo acostumbran a tener una cosa realmente mala: se terminan. Y aquí estamos, con el período de descanso estival finiquitado y todo un curso por delante. Dicen que hay quien tiene dificultades para adaptarse a la nueva realidad; no es mi caso. Acostumbro a ver las cosas desde una vertiente positiva, aunque, ciertamente, en ocasiones ello requiere de mucha fuerza de voluntad. Es por ello y gracias a las energías renovadas que pienso que el nuevo curso puede sorprendernos con cosas interesantes.

A nivel político, con unas elecciones catalanas plebiscitarias el 27 de septiembre -lo serán, se esté o no de acuerdo en ello- y unas elecciones generales con nuevos partidos que introducen muchas incógnitas sobre lo que puede suceder, creo que tendremos emociones. A nivel social y económico estaremos a la expectativa para ver si realmente las cosas mejoran algo. A nivel educativo veremos que sucede pero no parece que, en el marco de las decisiones gubernamentales, podamos ir a peor... aunque la vida da sorpresas. A  nivel más personal, el curso empieza con el regreso de mi hijo de su estancia laboral en Noruega (ahora, allí, resta mi hija y su compañero) y con un pastel que tendrá 60 velas, que ya son... velas. 





Durante el verano hemos estado en el pueblecito de mi esposa, en tierras del Poniente catalán, y diez días achicharrándonos de calor y maravillándonos con los paisajes naturales y urbanos de Croacia y, un poco, de Herzegovina y Montenegro.  Queda en el recuerdo. Ahora toca vivir el presente.

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