miércoles, 9 de septiembre de 2015

EVALUACIÓN CONTINUADA: ALGUNAS IDEAS CLAVE



El pasado 2 de septiembre fui invitado a dar una conferencia sobre la evaluación continuada en la Facultad de Ciencias de la Salud, Blanquerna, de la Universidad Ramon Llull. Una vez más se constató que las principales dudas e inquietudes en torno a este tema son muy coincidentes entre el profesorado de centros y de universidades diferentes.
Como les comenté, cuando se trata de la evaluación continuada en la Universidad me parece muy importante empezar por reflexionar sobre las funciones de la evaluación: acreditativa o calificadora, formativa o de regulación de la intervención docente a lo largo del proceso formativo y formadora o de autorregulación del proceso de aprendizaje por parte del estudiante, también a lo largo de la secuencia formativa. Son las funciones formativa y formadora las que justifican plenamente la evaluación continuada.
La función formadora creo que es central:
" Aunque a menudo no se suele diferenciar entre la función formadora y formativa, nosotros optamos por hacerlo, para poner de manifiesto la importancia de la autorregulación del propio estudiante. El término evaluación formadora apareció en el Canadá en la década de 1970 para referirse a una evaluación dirigida hacia la autorregulación.  En 1980 la UNESCO constituyó un grupo de expertos encargado de elaborar métodos que ayudasen a desarrollar conductas autónomas de aprendizaje. Posteriormente, aparece en el mundo educativo la importancia del aprender a aprender y los estudios sobre como la metacognición (reflexión sobre el propio proceso de aprendizaje) favorece este proceso, lo cual entronca directamente con la autorregulación y la función formadora de la evaluación" (Grupo TRANS.EDU-Artur Parcerisa (coord). Experiencias de evaluación continuada en la Universidad. Barcelona: Octaedro-ICE UB, p. 15).  
Esta función de la evaluación tiene mucha relación con otra cuestión clave: la retroalimentación o feedback, que si se proporciona con suficiente detalle y a tiempo (no cuando el estudiante ya está con otra historia) se convierte en una herramienta muy potente para ayudar al proceso de aprendizaje. A menudo el número demasiado elevado de evidencias de evaluación no permite hacer una buena retroalimentación, pero una evaluación no es más o menos continuada por el número de evidencias sino según el grado en que cumple las funciones formativa y formadora y proporciona un buen feedback.

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