martes, 4 de noviembre de 2014

DIVERSIDAD Y EQUIDAD

A raíz de una conferencia sobre educación social y discapacidad, en clase estuvimos hablando sobre diversidad, normalidad y equidad. No es una cuestión sólo teórica, puesto que tiene muchas implicaciones en el momento de diseñar y llevar a cabo acciones educativas. Conceptualizar y posicionarse sobre estas cuestiones es clave para la intervención educativa. Por su transversalidad, afecta al conjunto de las decisiones educativas.

A menudo, cuando se habla de diversidad se hace un reduccionismo al referir este concepto sólo al tema de la discapacidad o de las necesidades educativas especiales. La diversidad de las personas (y de las situaciones) es una cuestión general, que nos afecta a todos y a todas. Por lo tanto, atender a la diversidad no significa sólo atender a una parte de esta diversidad. Por ejemplo, es conocido que el alumnado con determinados estilos cognitivos o el que vive en determinados contextos tiene más facilidades en la institución escolar que otros alumnos y alumnas. Por otra parte, atender a la diversidad puede tener un riesgo: generar situaciones no equitativas al ofrecer posibilidades de aprendizaje distintas de manera que algunas personas puedan progresar más que otras.

Es una cuestión muy compleja pero, a la vez, de gran trascendencia. Alrededor de la atención a la diversidad hay aspectos técnicos pero la técnica siempre debe estar al servicio de unas intenciones que, a su vez, necesariamente se fundamentan en concepciones de fondo.  Lo que no sería de recibo es no reflexionar sobre ello y no hacer un esfuerzo por construir criterios sobre cómo afrontarlo educativamente, puesto que correríamos el riesgo de dejarnos llevar por concepciones culturalmente predominantes pero que no por ello significa que deban parecernos correctas, si reflexionamos sobre ellas.  

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