martes, 21 de octubre de 2014

¿QUÉ TIPO DE CONOCIMIENTO ES EL PROPIO DE LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA?

El conocimiento cotidiano o vulgar (sin ningún sentido peyorativo) es el que tenemos las personas como fruto de nuestras experiencias en la vida de cada día. Este no es el conocimiento que se debería aprender en las instituciones educativas. Tampoco podemos pretender que se adquiera conocimiento científico. Ya hace bastantes años, el profesor Ángel Pérez Gómez etiquetaba el conocimiento que se enseña en el sistema educativo como conocimiento académico.

Este tipo de conocimiento es sistemático y complejo, no anecdótico. Es el conocimiento que nos ayuda a analizar los hechos, a elaborar conceptos, a emitir juicios argumentados y fundamentados. En mis clases en la Universidad, constato que no es fácil adquirirlo. No lo es, entre otras razones, porque a menudo los y las estudiantes –también nosotros, sin duda- tienen tendencia a emitir juicios y a establecer conclusiones a partir de sus prejuicios y preconcepciones. Vivimos en una sociedad donde rápidamente etiquetamos y clasificamos.

Para adquirir conocimiento académico se requiere una mentalidad abierta e, incluso, un esfuerzo consciente para encontrar lo imprevisto. Como decía el presocrático Heráclito, si no esperas lo inesperado, no lo encontrarás.  El conocimiento académico pide estar predispuesto a buscar información, intentando que nuestros preconceptos no nos hagan malinterpretarla o nos lleven a conclusiones precipitadas; saber escuchar; analizar con rigor y con la conciencia de que la realidad es compleja y no es de recibo forzar su simplificación. Es a partir de este proceso abierto, sistemático y riguroso, que deberíamos elaborar nuestros juicios. No es nada fácil, pero construir conocimiento en la institución escolar no creo que pueda entenderse de otra manera.

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