martes, 11 de febrero de 2014

A RAÍZ DE UNOS DATOS SOBRE LA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA


Hace pocos días, la prensa se hizo eco de un informe presentado por Oxfam sobre la desigualdad en el mundo. Los datos son estremecedores: 85 personas son tan ricas como la mitad más pobre del planeta. Dicho de otra manera: casi la mitad de la riqueza del  mundo está en manos del 1% de la población. El mismo informe dice que es un nivel de desigualdad sin precedentes que amenaza “perpetuar las diferencias entre ricos y pobres hasta hacerlas irreversibles”. 

El mundo lo construimos entre todos y todas, cada uno con un nivel de incidencia determinado. Quienes nos dedicamos a la educación no tenemos las posibilidades de algunos políticos ni, mucho menos, de los poderes que están en la sombra. A pesar de ello, la educación puede contribuir a que las cosas sigan así o puedan cambiar. Como educadores y educadoras nos encontramos en una posición en que podemos incidir. Cuando decimos que para educar hay que reflexionar sobre que modelo de persona y que modelo de sociedad son nuestros referentes –puesto que no existe la educación neutra- y cuando nos planteamos qué y cómo hemos de enseñar en coherencia con los modelos asumidos, es cuando nos damos cuenta de que las opciones educativas son también políticas. Lo son en el sentido de que hacen referencia a la convivencia, al bien común y a la participación ciudadana.

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