miércoles, 13 de junio de 2018

PROHIBIR LOS TELÉFONOS MÓVILES


La Asamblea Nacional francesa votó el pasado 7 de junio, en primera lectura, un proyecto de ley para ampliar la prohibición del uso de teléfonos móviles en las escuelas. Hasta ahora, en Francia, cada centro decide donde no se puede utilizar el móvil. Si se aprueba la nueva ley, la prohibición será más general: no se podrá utilizar en ningún espacio del centro, excepto si hay una normativa propia que determina zonas donde se podrá hacer la excepción a esta prohibición. Algunas críticas a la nueva ley han apuntado que pone en evidencia la pérdida de autoridad de los docentes, que será una prohibición difícil de hacer cumplir (más del 90% de los jóvenes franceses de 12 a 17 años tiene teléfono móvil) o que creará el problema (y el coste) de tener que habilitar espacios donde se puedan guardar los aparatos.

No parece que prohibir concuerde mucho con educar, si entendemos la educación como un proceso de acompañamiento que ayude al estudiante a aprender y a ser cada vez más capaz de conducir autónomamente su proceso de aprendizaje y su toma de decisiones. En el caso de los teléfonos móviles, sacarlos a la fuerza y ​​radicalmente de la escuela obvia que los móviles están y que la escuela lo que debería hacer es educar en su uso, ayudando al alumnado a desarrollar un pensamiento crítico que incluya considerar los perjuicios pero también las ventajas del uso de esta tecnología. Prohibir es lo más fácil pero no lo más provechoso para educar.

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