miércoles, 5 de julio de 2017

SIN WHATSAPP


Ni mi esposa ni yo tenemos WhatsApp; nos resistimos porque vemos que muchas personas de nuestro entorno están permanentemente conectadas a la red, tanto por temas profesionales como por multitud de otras cuestiones. Mucha gente no lo entiende; nos dicen: si tuvieras podríamos formar un grupo de trabajo sobre este o este otro tema, los doctorandos podrían estar permanente conectados con nosotros... y los amigos y amigas nos podrían enviar todo lo que hacen llegar a las otras amistades. Por eso precisamente no queremos WhatsApp.
 
No sé si, al final, tendremos que claudicar pero estudios recientes ponen de evidencia que cada vez hay más personas que sufren agotamiento virtual y que deciden dejar las redes sociales. Un estudio del Happiness Research Institute constata que las personas que han abandonado Facebook se sienten más felices y menos preocupadas (el efecto se nota al cabo de una semana de la desconexión). Hay gente que se da cuenta de que la conexión es una pérdida de tiempo, dificulta la concentración, rompe la separación entre la vida profesional y la personal y crea tensión debida a la sensación de estar siempre disponible. El mundo de las redes y la permanente conectividad nos ha invadido y habrá que ir encontrando el punto justo. No es fácil.

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