martes, 8 de mayo de 2012

SENSACIÓN DE DESÁNIMO


Estos últimos días estoy captando en mi entorno una sensación preocupante, una sensación de desánimo muy generalizada. La verdad es que creo que a mi también me ha invadido. El otro día comentaba con unos compañeros que tengo una sensación semejante a la de una peonza que alguien ha lanzado y que va dando golpes, ahora a una pared ahora a otra. No hablo sólo de mi caso en concreto, sino de la situación general en mi entorno. Hay quien dice que quien ha lanzado la peonza controla hacia donde va, pero lo dudo.

En la educación, desde la Infantil a la Universitaria, tenemos problemas graves, muy graves, y es preocupante porque la educación es una pieza esencial para el progreso y la equidad social. La situación es grave, pero no sólo en el ámbito educativo: estamos asistiendo a un proceso de involución como nadie se podía imaginar no hace demasiado tiempo.

Tenemos la sensación de que nos están cayendo por todos lados y que nos estamos dirigiendo a una catástrofe social pero, en lugar de resistir, nos ha invadido un sentimiento de fatalidad que nos está paralizando. Una compañera comentaba que tenemos que cambiar el chip porque, si seguimos así, nos hundiremos.

El momento es muy delicado. Hay que empezar a pensar seriamente en que es necesario articular una respuesta pero hay que hacerlo con inteligencia y mediante la construcción de objetivos definidos y compartidos.  Tenemos que luchar contra unos enemigos muy poderosos y si sólo nos basamos en la espontaneidad nos ganaran con facilidad. Tenemos que avanzar de la indignación a la protesta articulada. Esto demanda voluntad y tiempo, pero no tenemos otro remedio que empezar a trabajar en ello. Se ha convertido en un deber ético.

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