El
pasado fin de semana una manifestación en Barcelona (dicen de unas 25.000
personas) reivindicó la escuela catalana. Es decir, un modelo educativo que ha
servido desde hace muchos años para fomentar el aprendizaje y la cohesión
social en Cataluña. Desde hace meses estamos asistiendo a un importante
movimiento en las islas Baleares en contra de la reforma impuesta por el
gobierno autonómico.
¿Qué
está sucediendo? ¿Cómo puede ser que docentes, estudiantes y familias debamos
volver a luchar por lo que se consiguió después de la desaparición de Franco?
Parece que hayamos retrocedido en el tiempo y no sólo en educación. En lugar de
ir adelante, de avanzar a partir de lo construido, innovando y mejorando en un
reto de progreso constante, en el momento actual nos encontramos en un impasse,
en una situación en la que hay que movilizarse por lo que ya creíamos resuelto.
En este
movimiento en Cataluña y las Baleares el tema de la lengua es central porque la
lengua es un elemento identitario fundamental pero también porque es algo nuclear
para la inclusión social. Aún así, sería un error pensar sólo en el tema
lingüístico puesto que el retroceso que se pretende imponer va mucho más allá,
atañe a la función inclusora de la institución escolar.
Quizás
alguien puede pensar que desde los gobiernos implicados no se es consciente de
ello pero, desde mi punto de vista, lo más preocupante es que creo que son
plenamente conscientes y que están utilizando la escuela al servicio de
determinados intereses donde la educación no importa por si misma; se concibe
sólo como un instrumento al servicio de un modelo de sociedad que nadie se
atreve a defender en público. Pero existir, existe… y explica mucho de lo que
está sucediendo.
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