Estos días son
extraños. El lunes fue festivo en Cataluña, fue el denominado lunes de Pascua,
el día de la mona. Además, este año coincidió con mi aniversario de bodas. El
martes para mí también fue festivo puesto que la Facultad de Pedagogía había
decidido que uno de los dos puentes que cada año se recogen en su calendario,
correspondería a este día. Lo de los puentes entre festivos también es algo
digno de estudio, muy característico por otra parte de nuestra tierra pero algo
incomprensible para mentalidades de otros países, como los del norte de Europa.
Fue puente porque
el miércoles celebramos el día de San Jorge, patrón de Catalunya. Ya hace unos
años la Universidad de Barcelona decidió que éste sería el día de fiesta de la
Universidad, sustituyendo a festividades patronales que habían perdido su
sentido. San Jorge es un día muy especial, por muchas razones. Una de ellas,
por ser un día laborable en el que todo el mundo encuentra la manera de
escaparse un rato del trabajo para pasear por las paradas de libros y rosas. La
festividad en la Universidad facilita disfrutar de la jornada pero no tengo muy
claro que sea la mejor opción, puesto que priva de las celebraciones culturales
que se hacían este día en nuestra institución.
Total: una semana
con dos días laborables. Esto sí: llenos de actividad. Cómo sólo había dos días
todo se tenía que concentrar: clase, reunión con el grupo de investigación,
tutorías, despacho con algún profesor... y correos y más correos electrónicos. En
casos como estos, si llegáramos a los días laborables sin haber avanzado algo
de trabajo en los festivos podría llegar al colapso. Ello hace que muchos
festivos no lo sean del todo pero esto es propio de nuestra profesión y se ve muy
favorecido por la presencia continuada en nuestras vidas de las tecnologías de
la información. Para bien o para mal.
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