Hace pocos días,
la borrasca Gloria provocó muertes,
importantes pérdidas materiales y la imagen de la devastación en varias zonas
de Cataluña. El fuerte viento, la lluvia y la nieve obligó a activar varios
planes de emergencia durante tres días, a confinar gente en sus viviendas y a
desalojar a los que estaban al borde de los ríos que se desbordaron. Los
expertos dicen que, a raíz del cambio climático, nos tendremos que ir
acostumbrando a este tipo de situaciones.
Cada vez es más
evidente que la calidad de vida -y, tal vez, incluso la supervivencia- dependen
del respeto y de la conservación de la naturaleza y que la degradación del
medio ambiente supone también nuestra propia degradación. Situaciones como la
vivida en Cataluña también han de servirnos para recordar que la educación debe
tener como misión formar a las personas para que se identifiquen como
integrantes del cosmos y de la Tierra y adquieran la conciencia de que tenemos
que ser responsables del mantenimiento de un ecosistema saludable.
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