Aunque esto de la
prospectiva no siempre es fiable, se dice que 3 de cada 4 de las profesiones
actuales no existirán dentro de unos años. Es
dudoso si el porcentaje será este pero muy probablemente irá por aquí. En
los supermercados se aplicarán sistemas automáticos de cobro, los trenes se
conducirán sin conductor, la gestión bancaria será cada vez más online ... En
cambio aparecerán profesiones nuevas, relacionadas con las tecnologías
(expertos en análisis de macro-datos en tiempo real, vigilantes del mundo
digital...), especialistas en mejorar la calidad de vida de personas con
enfermedades como el Alzheimer o diabetes atendiendo a que cada vez se vivirá
más años o especialistas en mercados internacionales, entre otros.
No sé si en la educación nos
lo acabamos de creer. A
menudo parece que todavía estemos formando para un mundo estático, lleno de
seguridad, donde es muy importante alcanzar unos conocimientos muy específicos.
Claro
que tal vez lo que ocurre es que educar para el cambio, para la adaptación
creativa a nuevos retos y para un mundo que no sabemos cómo será es mucho más
difícil. Significa
romper con ciertos hábitos y poner en duda muchas seguridades. Querer
ver (sí, quererlo) que tenemos que preparar para una realidad desconocida y que
aprender a aprender es más que un eslogan nos pide cierta valentía. Para
salir de "nuestra zona de confort" hay que ser un poco valiente
porque hay que asumir que nos encontraremos con dudas e inseguridades. Para
poder dar el paso hacia estas inseguridades primero debemos ser conscientes de
que la seguridad actual es una falsa seguridad.
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