El dilema entre
más seguridad o más libertad de las personas está en el orden del día y todo
parece indicar que el péndulo cada vez se decanta más hacia la seguridad. Atentados
como el de hace pocos días en Manchester refuerzan esta tendencia. No
hace mucho (un poco sí, porque no doy abasto de comentar noticias que me
parecen interesantes) los ministros de Interior de Francia y Alemania
reclamaron a la Unión Europea que las empresas de Internet que gestionan
aplicaciones de mensajería móvil (Whatsapp,
Facebook, Messenger, Telegram...) estén obligadas a proporcionar el contenido
de una conversación o permitir la interceptación de las comunicaciones
encriptadas cuando lo pida un juez. Las operadoras de
telefonía ya están obligadas. La
policía se queja porque el sistema para registrar comunicaciones no sirve con
las app de mensajería porqué la
comunicación está encriptada. Actualmente,
el Ejército Islámico recurre a redes sociales para captar adeptos y comunicarse
con sus miembros y ninguna de las empresas que gestionan Internet tiene su sede
principal en el espacio de la Unión Europea; por
lo tanto, las leyes que obligan a las empresas de telefonía nacional a
colaborar con la justicia no son aplicables a aquellas empresas.
Los dilemas lo son porque no es nada fácil optar por una u otra posibilidad. En casos como el comentado, el dilema que se genera es de fondo y, según cómo se resuelva, se configurará un modelo de sociedad u otro. Los espacios educativos deben ser un buen lugar para plantearse dilemas como estos porque desarrollar un espíritu crítico y la capacidad de reflexionar sobre cuestiones tan importantes es lo que puede favorecer que la educación ayude a mejorar la sociedad.