Hace unos días, se hicieron públicos
unos datos (Oxfam Intermón) que vuelven a evidenciar la extrema desigualdad
social de nuestro mundo: 62 supermillonarios acumulan la misma riqueza que
3.500 millones de personas (el 50% más pobre de nuestro planeta). Es cierto que
la pobreza extrema en el mundo ha disminuido -y ello nos brinda cierta
esperanza para el futuro- pero no lo es menos que se ha incrementado la
desigualdad: el 1% de la población mundial tiene más dinero que el 99% del
resto de la población. Es un dato escalofriante y no por el hecho de repetido
debería dejar de preocuparnos.
Esta desigualdad se incrementa
en cada nuevo estudio y afecta especialmente a las mujeres. También se ha
incrementado la brecha salarial entre directivos y empleados de las empresas. En
la Unión Europea alrededor de un 9% de personas que trabajan se encuentran en
riesgo de pobreza. Cuando se habla de corrupción, de paraísos fiscales, de
retribuciones millonarias para determinadas personas, de impuestos... hay que
contextualizarlo teniendo presentes datos como los anteriores.
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