He pasado una semana (un poco más, a causa de los viajes)
en la República Dominicana, impartiendo la asignatura Evaluación de aprendizajes en un máster (o maestría) sobre
Evaluación. La experiencia ha sido muy enriquecedora. Lo ha sido por la
excelente acogida de las personas de aquel país y por el descubrimiento de un
territorio al que nunca había ido pero, especialmente, por el grado de
implicación y por los deseos de transformación de la realidad educativa por
parte de las y los participantes en el curso.
Hemos trabajado alrededor de las funciones de la
evaluación, su relación con las competencias, la secuencia formativa... y sobre
las posibilidades de innovación para mejorar la evaluación de los aprendizajes
en la República Dominicana. Lo hemos hecho analizando casos, leyendo textos,
hablando, co-evaluando... y pensando en posibilidades factibles para la mejora.
A menudo, los participantes decían: es que en nuestro país sucede tal cosa o
tal otra. Cada contexto tiene sus
especificidades pero, como les comentaba, las cuestiones de fondo en los
procesos de enseñanza - aprendizaje son mucho más compartidas (en sus aspectos
positivos y en las dificultades) de lo que puede parecer a primera vista.
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