Vivimos en una sociedad llena de
dispositivos tecnológicos relacionados con el conocimiento y la formación (no
únicamente formal, naturalmente). Con
el uso por parte de los niños y los adolescentes de Internet, los videojuegos,
las redes ... surge la necesidad de establecer criterios educativos que ayuden
a un uso adecuado y eviten sus riesgos.
Hace unos cuantos años, me dediqué a
trabajar y a difundir orientaciones para ayudar a un buen uso de la televisión
por parte de niños, niñas y adolescentes. La
situación era notablemente diferente pero lo que entonces proponíamos para
hacer un uso inteligente de la televisión no difiere mucho de lo que ahora se
puede proponer para hacer un uso inteligente de las tecnologías actuales,
incluida la propia televisión.
Como cuando la televisión todavía no
tenía que competir con la diversidad y la presencia permanente de la
tecnológica en nuestras vidas, en el uso de las tecnologías actuales hay que
tener en cuenta que se debe hablar con niños y preadolescentes sobre las
oportunidades, los riesgos y las normas para su uso; que
las tecnologías es mejor que estén en espacios comunes y que su uso se comparta
con los adultos; que debe
haber tiempo de conexión y tiempo de desconexión; predicar con el ejemplo; enseñar
a ser críticos ... La situación es otra pero los criterios de fondo no son
distintos. En
esta cuestión creo que es relevante, como en muchas otras, tener claro lo que
son cuestiones de fondo (compartir, dialogar, espíritu crítico...) y evitar dejarnos
llevar por decisiones y actitudes a veces poco reflexivas.
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