Hace unos días asistí a la defensa de una tesis doctoral en mi Departamento. Este tipo de actos son de los más gratificantes en el contexto universitario. Si, además, se trata de una buena investigación y su presentación es interesante casi no se puede pedir nada más. Bueno, sí, aún se puede aspirar a que las intervenciones de los miembros del tribunal también sean de nivel y pertinentes. Todo ello no siempre se da puesto que se necesita que se conjuguen muchos factores. En el caso que comento, un doctorando de nuestro grupo de investigación y un magnífico tribunal nos hicieron gozar, en el sentido del gozo intelectual al que se refiere Wagensberg, para quién "no hay conocimiento verdadero sin gozo".
Pudimos
asistir a la presentación de un trabajo riguroso, relevante para el contexto
donde se realizó el estudio y con un trasfondo de emotividad que ayudaba a
acercarse a la realidad que se exponía. El estudio recogía la opinión de los
estudiantes, un campo de estudio que ya empieza a dar sus frutos pero que aún
tiene poca presencia en las investigaciones. La voz de los estudiantes es
cualificada y aporta una visión sobre la relación educativa que deberíamos
tener más presente.
Marco,
el nuevo doctor, hoy ha pasado para decirnos que le han comunicado que le han
dado el cum laude. La guinda del
pastel.
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