El pasado 2 de
septiembre fui invitado a dar una
conferencia sobre la evaluación continuada en la Facultad de Ciencias de la Salud, Blanquerna, de la Universidad Ramon Llull. Una vez más se constató que las principales dudas e inquietudes en torno a este tema son muy coincidentes entre
el profesorado de centros y de
universidades diferentes.
Como les comenté,
cuando se trata de la evaluación continuada en la Universidad me parece muy importante empezar por reflexionar
sobre las funciones de la
evaluación: acreditativa o
calificadora, formativa o de regulación
de la intervención docente a lo largo del proceso formativo
y formadora o de
autorregulación del proceso de aprendizaje por parte del estudiante, también a lo largo de la secuencia formativa. Son las funciones formativa y formadora las
que justifican plenamente la evaluación continuada.
La función formadora
creo que es central:
" Aunque
a menudo no se suele diferenciar entre la función formadora y formativa,
nosotros optamos por hacerlo, para poner de manifiesto la importancia de la
autorregulación del propio estudiante. El término evaluación formadora apareció
en el Canadá en la década de 1970 para referirse a una evaluación dirigida
hacia la autorregulación. En 1980 la
UNESCO constituyó un grupo de expertos encargado de elaborar métodos que
ayudasen a desarrollar conductas autónomas de aprendizaje. Posteriormente,
aparece en el mundo educativo la importancia del aprender a aprender y los
estudios sobre como la metacognición (reflexión sobre el propio proceso de
aprendizaje) favorece este proceso, lo cual entronca directamente con la
autorregulación y la función formadora de la evaluación" (Grupo
TRANS.EDU-Artur Parcerisa (coord). Experiencias de evaluación continuada en la
Universidad. Barcelona: Octaedro-ICE UB, p. 15).
Esta función
de la evaluación tiene mucha relación con otra cuestión
clave: la retroalimentación o
feedback, que si se proporciona con
suficiente detalle y a tiempo
(no cuando el estudiante ya está con otra historia)
se convierte en una herramienta muy
potente para ayudar al proceso de aprendizaje. A menudo el número demasiado
elevado de evidencias de
evaluación no permite hacer una
buena retroalimentación, pero una evaluación no es más o menos
continuada por el número de
evidencias sino según el grado en que cumple las
funciones formativa y formadora y proporciona un buen feedback.
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