Los lunes y los jueves, a las
8,30h., tengo clase de grado. Me gusta la docencia: los retos siempre presentes para
mirar de mejorarla día a día, el esfuerzo para ir fortaleciendo el vínculo con
los y las estudiantes, el intercambio, la tutoría... lo único que se me hace
duro es la evaluación acreditativa. Probablemente por esto la evaluación se ha
convertido en una de mis líneas prioritarias de innovación e investigación.
El viernes por la tarde, aprovechando que mi hija arquitecta pasaba unos pocos días en Barcelona, visitamos una interesante exposición sobre Le Corbusier (1887-1965), en el CaixaForum. Fue un artista completo (pintor, diseñador, arquitecto) con ideas innovadoras y un discurso muy interesante pero que tuvo muchas dificultades para conseguir encargos.
El fin de semana cumplimos con
una de nuestras tradiciones: celebramos la calçotada
anual. En nuestra fiesta es tan importante lo que se come (los calçots, esta cebolla de tanto éxito
acompañada de una salsa excelente) como su preparación y su consumo de pie,
ensuciándonos las manos y los baberos, acompañándolos de un trago de vino tinto
del porrón, y comentando sus excelencias. Después, carne a la parrilla y, para
terminar, crema catalana y cava.
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