En la Cumbre
Mundial para la Innovación en Educación 2019, celebrada hace pocos días en
Qatar, se entregó el premio al mejor proyecto educativo del mundo, un premio
del cual se han hecho eco los medios de comunicación. El premio recayó en el
proyecto liderado por el profesor Larry Rosenstock, fundador a modo
experimental de la escuela High Tech High de San Diego (Estados Unidos), como
una respuesta a la preocupación del Departamento de Educación del Gobierno
americano por combatir el fracaso escolar. Este centro privado, sufragado con
fondos públicos, se ha convertido en un referente en innovación educativa.
El premiado ha
manifestado que el reconocimiento reafirma dos de sus principales convicciones:
la potencialidad del aprendizaje por proyectos y la respuesta positiva de los adolescentes
cuando tienen la oportunidad de aportar un trabajo al que le encuentran
sentido. Nada nuevo en la literatura pedagógica y algo que supone romper con
maneras de hacer que ya no resultan adecuadas en un siglo donde la información
está en todas partes y en el que se requiere el desarrollo de competencias para
resolver problemas. Nada nuevo pero un enfoque que sigue encontrando muchas resistencias.
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