La medida
analógica del tiempo quizás pronto quedará como un recuerdo histórico. Leo en La
Vanguardia del 14 de junio de 2019 que "los niños y adolescentes,
acostumbrados a leer la hora digitalmente en ordenadores, tabletas y teléfonos
móviles, no entienden los relojes analógicos". El reloj analógico no forma
parte de sus vidas. En España y en otros países, la lectura de los relojes
analógicos forma parte del currículum pero si no se practica en la vida
cotidiana se acabará olvidando.
¿Qué
consecuencias tiene esto? Alguien puede pensar que ninguna, que hay que
adaptarse a los cambios y los relojes analógicos pronto sólo serán piezas de
coleccionista. La cuestión, sin embargo, no se limita a los relojes. El impacto
de la digitalización provoca, por ejemplo (según un estudio de un organismo de
la sanidad pública británica) que muchos niños no sepan coger el lápiz o el
bolígrafo como es debido, para escribir, porque nunca han jugado con bloques de
madera o recortables, no han empujado coches de juguete... y, por tanto, no han
desarrollado adecuadamente los músculos de los dedos para poder escribir. ¿Esto
es malo? Es un tema polémico, con puntos de vista muy contrapuestos.
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