En Europa, de promedio, las mujeres cobran menos de un 16% que los hombres.
En
España, menos de un 19% (según Eurostat, la Oficina de Estadística Europea) o
casi menos de un 24% (según los sindicatos). Esta
diferencia que hace que a menudo los hombres cobren más que las mujeres por hacer
el mismo trabajo, parece un tema difícil de solucionar. Pero
hay una novedad: Islandia ha empezado a aplicar una ley -que se irá
desarrollando progresivamente- por la que se obliga a las empresas a pagar el
mismo salario a mujeres y hombres por el mismo trabajo. El
gobierno hará auditorías laborales y exigirá un certificado de igualdad
salarial.
Esta novedad puede ser un buen punto de partida para tratar educativamente
el tema de las desigualdades. Hablar
y reflexionar sobre ello es necesario porqué para mejorar una situación y
evitar discriminaciones lo primero que se requiere es visibilizarlas y
cuestionarlas. Como
escribe Carlos Lomas las aulas no son “solo el lugar donde tiene lugar el
aprendizaje de las disciplinas académicas, sino también ese escenario donde
se fomentan unas u otras formas de
interacción, unas u otras relaciones de poder (Aula de innovación educativa,
266, p. 34).
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