He estado una
semana impartiendo unos talleres a profesorado universitario que se encuentra
en procesos de innovación curricular en Honduras y Guatemala. Están iniciando
un proceso de reforma siguiendo las líneas principales del espacio europeo de
educación superior. Tratamos sobre la compleja cuestión de las competencias,
sobre la planificación curricular, la evaluación... De entrada, me habían
pedido una conferencia contextualizadora sobre innovación curricular. Miré de
compartir algunas ideas que me parecen claves respecto de esta cuestión, a
partir de proponerles unes preguntes a ir respondiendo: ¿para qué se quiere
innovar? (en primer lugar para que los estudiantes aprendan más y mejor); ¿qué
se entiende por innovación? (la innovación como un proceso planificado de
cambio, la necesidad de su sostenibilidad...); ¿en qué se quiere innovar y con
quién? (la necesidad de prioritzar los temas – la planificación, la evaluación,
la atención a la diversidad, la tutoría, los recursos virtuales- y de implicar
al profesorado); ¿con qué instrumentos? (proyectos compartidos, formación e
intercambio, grupos y proyectos reconocidos de innovación docente, apoyo técnico,
evaluación de la docencia...).
Terminé proponiéndoles
unos primeros retos y desafíos: profundizar en lo que significa partir de
competencias y definir las competencias de la titulación; concretar las competencias
en objetivos o en resultados de aprendizaje y en contenidos; garantizar el
alineamiento de las intenciones formativas con el sistema de evaluación y el
enfoque metodológico y de organización didáctica; implantar procesos
participativos y de implicación del profesorado. La idea central fue la
necesidad de priorizar y de hacerlo con criterios lo más sólidos posible.
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