Semana
de Carnaval: desde jueves lardero hasta el miércoles de la sardina, aunque hay
quien empieza con los disfraces y los desfiles antes ... y quien lo celebra
después. Es
una fiesta que, como se sabe, supone un paréntesis de permisividad y desenfreno
antes del inicio de la cuaresma cristiana ... bueno, estos son sus antecedentes
pero, hoy en día, se ha convertido en una fiesta popular en la que las personas
se
disfrazan y salen a la calle y, a menudo, aprovechan para poner en evidencia y
ridiculizar determinados personajes (este año el presidente de Estados Unidos
se ha llevado el trofeo), rituales y profesiones. Es
también la oportunidad de transformarnos detrás de la máscara y el disfraz y de
dar alas a nuestra creatividad.
Carnaval en Os de Balaguer (Catalunya)
Estas
fiestas permiten, por tanto, lecturas diferentes. Algunas
poblaciones las viven plenamente y, en otras, se hace lo que se puede. Las
escuelas siguen celebrando el Carnaval y llenando las calles con sus desfiles. Es
un momento lúdico, de preparación colectiva, de aprovechar para generar
disfraces reciclando ropas y complementos, de romper algunos moldes, de abrirse
al barrio, de reír con los demás (no de los otros), de convivir y hacer
comunidad ... y las escuelas deben saber aprovecharlo. Mal
asunto si el Carnaval se convierte en una obligación en vez de ser una
oportunidad. Es
cansado pero es que las fiestas cansan y no por ello debemos renunciar a ellas.
En
la escuela, sin embargo, también es una actividad educativa, como todo lo que
en su seno sucede y, si se sabe aprovechar, con muchas posibilidades. Aunque lleguemos a la
noche exhaustos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario