Europa está viviendo una crisis
alarmante: miles de refugiados se encuentran a sus puertas y en los países
limítrofes con unas condiciones que la tan cacareada cultura europea nunca
debería de haber permitido. Las repercusiones de la situación que se ha
desencadenado son vergonzantes desde el punto de vista humanitario y pueden
tener consecuencias muy graves, como las recientes elecciones en Austria han
puesto de manifiesto.
La educación de la infancia y de
la juventud pone las bases para que la sociedad del futuro se vaya construyendo
y reconstruyendo en un sentido o en otro. Pero la acción educativa también
influye en el presente: directamente en sus destinatarios e indirectamente en
sus familias, amistades… Se ha dicho y
repetido que la educación es una pieza angular de la sociedad, de su futuro y
de su presente.
Ante estas dos realidades, la
escuela como institución y cada profesor y profesora en particular tenemos una
cota de responsabilidad mucho más importante que la de garantizar un buen nivel
de matemáticas o de geografía. Abordar en las aulas lo que está sucediendo en
nuestro continente y hacerlo de manera reflexiva y crítica creo que es un
imperativo moral.
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