Según un informe de la UGT de hace unos días, uno de cada
cuatro contratos firmados tiene una duración igual o inferior a siete días. Este
tipo de contratos han pasado de representar un 13,5% del total en 2007 a
constituir el 22,5% en la actualidad. Mientras
el Gobierno se llena la boca hablando del incremento de la contratación resulta
que las condiciones son muchas veces de tan alta precariedad como muestran los
datos presentados por la UGT.
Estos datos son un ejemplo más del contraste entre los mensajes
oficiales y la frecuente cruda realidad que viven muchas personas. Es
en este sentido que pueden ser un material de valor para trabajar en las aulas
en torno a cuestiones como la intencionalidad y demasiado a menudo el engaño
-dicho claramente- de ciertos mensajes que nos llegan por los medios de
comunicación social. Pueden
servir para fomentar la reflexión en torno a los intereses que hay detrás de
todo mensaje aparecido en los medios y de la ética que se puede derivar. Asimismo,
pueden dar pie a cuestionar si las finalidades -las que sean- pueden justificar
los medios, cualquier medio.
De casos en esta línea hay muchos y evidentemente no hay
que ir necesariamente a los políticos. Por
ejemplo, es más que interesante y también un buen material para la reflexión el
estudio de las empresas que hay detrás de los resultados de investigaciones
que, día sí y día también, nos dicen que es tan bueno para la salud beber o comer determinados productos. Vivimos
en una sociedad donde deberíamos aprender a ser muy cuidadosos en creernos lo
que oímos, sin haberlo analizado y contrastado suficientemente. La
nueva sociedad de la información y las redes sociales puede contrarrestar el
mensaje único pero la propia información de las redes también hay que ponerla
en cuarentena. Es
triste que sea así pero me parece que es una cuestión cultural difícil de
erradicar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario