El pasado 20 de noviembre, 25º
aniversario de la Convención sobre los Derechos de la Infancia, se constituyó
el Consejo Nacional de la Infancia y la Adolescencia de Cataluña (CNIAC). Se
trata de un órgano consultivo y participativo que tendrá que hacer propuestas y
opinar sobre políticas que afectan a niños y a adolescentes. Impulsado por el Departamento
de Bienestar y Familia de la Generaltat,
con el apoyo de grupos de investigación de la Facultad de Educación de la
Universidad de Barcelona, el CNIAC está constituido por 43 miembros, entre 8 y
17 años. La iniciativa supone un paso más respecto de los consejos de infancia
que tienen 23 municipios catalanes.
La participación que se pretende es
una idea más que loable que entronca con la filosofía de movimientos como la ciudad de los niños que tiene en el
italiano Tonucci uno de sus referentes. Se pretende considerar esta parte de la
población y darle la palabra, a la vez que se desarrolla un modelo de
participación ciudadana. Sólo hay un riesgo: que a la hora de la verdad el
CNIAC sea más una política de imagen que una verdadera participación. Me parece
un riesgo nada desdeñable porque se estaría manipulando a estos niños y
adolescentes. El paso dado es relevante
pero hay que acompañarlo de un esfuerzo para ir construyendo el cambio de
mentalidad que comporta la iniciativa; para creer de verdad que hay que
escuchar sus voces y tenerlas en cuenta. Se ha dado un paso formal, vamos a ver
si también se da el paso de fondo.