En la Universidad
hemos terminado las clases. Ahora, profesores y profesoras nos tenemos que
dedicar a corregir: tengo un montón de trabajos. Esta es una tarea laboriosa y
pesada porque la evaluación acreditativa no es nada fácil. Aún teniendo
indicadores -que el estudiantado conoce- cualificar me sumerge en un mar de
dudas.
Se pueden hacer
planteamientos de evaluación continuada y de acompañamiento al estudiante pero
la evaluación comporta, también, acreditar. Esta es una de nuestras
responsabilidades como docentes: certificamos los resultados del aprendizaje
tanto de cara al propio estudiante como a la sociedad. Mirar de ser coherentes
con esta responsabilidad demanda un esfuerzo.
Los profesores y
las profesoras desarrollamos diversos papeles. El de juez es de los menos
agradecidos, según mi punto de vista. Sólo queda la opción de coger paciencia y
de mirar de ser lo más honestos posible.
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