Llevo un mes jubilado. Estoy
dirigiendo dos tesis doctorales, he aceptado codirigir un proyecto muy
interesante de una Fundación (ya hablaré de ello más adelante), tengo que
preparar una ponencia para finales de noviembre... pero ahora trabajo de otro
modo: el tiempo me cunde y
eso hace que haya constatado cuánto tiempo invertía cada día en trasladarme de
casa al trabajo y del trabajo a casa y cuantos imprevistos surgían cuando me
quería dedicar a avanzar una tarea. La
perspectiva ayuda a ver cosas y a reafirmar otras.
Pensando en mi trayectoria profesional, una de las cosas en que me reafirmo es en que lo importante son las personas: las relaciones que estableces, el trabajo compartido, la ayuda mutua... La educación la hacen personas y sus efectos dependen fundamentalmente de cómo son y de qué hacen las personas con que uno se encuentra. A menudo lo olvidamos. Lo olvidan las Administraciones cuando no cuidan suficientemente a su personal pero también lo olvidemos nosotros cuando no somos suficientemente empáticos, tenemos poca sensibilidad o nos falta un poco más de paciencia con los demás. Lo que al final quedará (y nos quedará) será el fruto de las relaciones entre personas.
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