Ahora
que Trump acaba de ganar las elecciones a la presidencia de Estados Unidos,
creo que es un buen momento para reproducir parcialmente un texto, que leí en
el diario Ara el pasado septiembre, reproducido de The New York Times,
escrito por los alcaldes de Nueva York , París y Londres,
sobre la inmigración. Este tema se ha convertido en uno de los principales
retos que, como sociedad, debemos saber afrontar y, en la escuela y otras
instituciones educativas, tenemos que tratarlo porque es una cuestión clave de
cara a configurar la sociedad actual y futura. Adoptar una posición con
relación a la cuestión de las personas que llegan a nuestro país no es fácil porque
es un tema complejo, pero no lo podemos obviar.
Nuestros inmigrantes, nuestra fuerza
Como
alcaldes de tres grandes ciudades del mundo -Nueva York, París y Londres-,
instamos a los líderes mundiales reunidos en las Naciones Unidas a tomar
medidas decisivas para ofrecer apoyo y refugio a los que huyen de los
conflictos armados.
Esta
semana se han reunido en Nueva York los líderes mundiales para asistir a la
Asamblea General de las Naciones Unidas, y el primer lugar del orden del día lo
ocupa una crisis de refugiados de una gravedad que no se veía desde de la Segunda Guerra Mundial. La
cumbre de las Naciones Unidas sobre refugiados y emigrantes y la cumbre de
líderes sobre refugiados del presidente Obama constituyen un punto de inflexión
que sitúa bajo el foco de la atención mundial la necesidad de dar una respuesta
eficaz a una crisis humanitaria cada vez peor .
La
perspectiva compartida por nosotros tres se basa en un conocimiento realista de
los peligros que afrontamos. Después
de que un artefacto explosivo estallara este fin de semana en el barrio
neoyorquino de Chelsea y después de otros atentados perpetrados en ciudades de
todo el mundo, reconocemos que la seguridad de todos los ciudadanos es de
máxima importancia en sociedades grandes, abiertas y democráticas. Pero
es un error calificar de radicales y peligrosos los colectivos de inmigrantes y
refugiados. Según
nuestra experiencia, el activismo violento es muy poco frecuente. Así
pues, tenemos que mantener unas políticas inclusivas de reasentamiento para
combatir la creciente ola de lenguaje xenófobo que se esparce por todo el
mundo. Este
lenguaje sólo agravará la marginación de los colectivos inmigrantes sin darnos
más seguridad a cambio.
Como
alcaldes de tres grandes ciudades del mundo -Nueva York, París y Londres-,
instamos a los líderes mundiales reunidos en las Naciones Unidas a tomar
medidas decisivas para ofrecer apoyo y refugio a los que huyen de los
conflictos armados y también a los inmigrantes que huyen de la penuria
económica, y también les pedimos que ayuden a los que ya han asumido esta
tarea.
Nosotros,
por nuestra parte, también haremos lo que esté en nuestras manos. Nuestras
ciudades se comprometen a continuar luchando por la inserción social. Y
precisamente por ello ofrecen unos servicios y programas que ayudan a todos los
residentes, incluyendo los diferentes colectivos inmigrantes, a sentirse
bienvenidos, con el objetivo de que todo el mundo se considere parte integrante
de nuestras grandes ciudades.
En
Nueva York y en París, por ejemplo, ha tenido un gran éxito la iniciativa del
carné de identidad municipal: ha fomentado el sentido de pertenencia entre los
inmigrantes y ha facilitado el acceso a servicios como las cuentas bancarias y
las prestaciones sociales de los veteranos de
guerra, y recursos municipales, como las bibliotecas e instituciones
culturales. En
menos de dos años más de un 10% de la población total neoyorquina se ha
inscrito en el programa para el carné de identidad municipal, conocido como
IDNYC, que se ha hecho merecedor de grandes elogios de una diversa amalgama de
miembros de la comunidad, activistas y socios institucionales.
Programas
como el IDNYC contribuyen a construir ciudades más seguras porqué los
inmigrantes y refugiados saben que las autoridades los tienen en cuenta y los
reconocen. El
cuerpo de policía de Nueva York fue un socio fundamental para poner en marcha
este programa: los vecinos son más propensos a denunciar los delitos si
disponen de algún tipo de identificación reconocida por las fuerzas del orden. En
París, nuevas medidas -como la carta citoyenne y el presupuesto
participativo, que permite a los parisinos decidir cómo se asigna un porcentaje
del gasto anual de la ciudad- ofrecen a todos los habitantes, sin ningún tipo
de restricción, la oportunidad de intervenir
en la vida cívica y convertirse en actores locales.
Invertir
en la integración de los refugiados y los inmigrantes no es sólo correcto, sino
que es también la alternativa más inteligente. Los
refugiados y otros residentes nacidos en el extranjero nos aportan unas
habilidades que nos hacen falta y que potencian la vitalidad y el crecimiento
de las economías locales. Además,
hace mucho tiempo que su presencia beneficia nuestras ciudades.
En
Nueva York casi la mitad de los propietarios de las pequeñas empresas son
inmigrantes que contribuyen al fisco y crean nuevos puestos de trabajo para los
otros neoyorquinos. Londres
puso en marcha recientemente una campaña publicitaria, #LondonIsOpen, que da a
conocer historias de éxito similares, vividas por tres millones de londinenses
nacidos en el extranjero que contribuyen a la creatividad, vitalidad y espíritu
emprendedor de la ciudad.
Nuestras
ciudades también están a la vanguardia de las iniciativas para ayudar a los que
huyen de la violencia o de la persecución a ponerse en contacto con los
servicios que más necesitan, que a menudo los salvan la vida. París
es uno de los primeros grandes municipios que ha instalado un centro de refugiados
en el corazón de la ciudad. A
partir de octubre, el centro ofrecerá a 400 refugiados servicios y artículos de
primera necesidad, así como apoyo administrativo. Nueva
York ha enviado representantes del Ayuntamiento al tribunal de inmigración para
ayudar a los miles de niños que llegan solos desde Centroamérica pidiendo asilo
a ponerse en contacto con los principales servicios sociales, como los
sanitarios y los educativos. El
año pasado los distritos de Londres ayudaron a más de 1.000 niños no acompañados
que solicitaban asilo, y el Ayuntamiento está desarrollando nuevas formas de colaboración
con los diferentes colectivos para ofrecer apoyo a los refugiados reasentados.
Sabemos
que las políticas que respetan la diversidad y promueven la inclusión dan
buenos resultados. Hacemos
un llamamiento a los líderes mundiales para que, durante la cumbre de esta
semana, adopten este espíritu de bienvenida y colaboración en beneficio de los
refugiados de todo el mundo. Nuestras
ciudades se han unido en el llamamiento para la inclusión. Es
lo que nos corresponde como ciudadanos de ciudades diversas y prósperas .