El
tema de los deberes escolares hace tiempo que levanta cierta polémica. Últimamente
ha saltado a la prensa generalista, la OCDE advirtió que los deberes
contribuyen a aumentar las diferencias entre alumnos ricos y pobres y, aún más
recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que el
porcentaje de estudiantes españoles con estrés
por culpa de los deberes es de los más altos de Europa. En
un estudio de la OMS con más de 11.000 estudiantes españoles, a los 11 años un
34% de niños y un 25% de niñas dicen sentirse presionados por los deberes; a
los 15 años, los porcentajes suben al 70% y al 60% respectivamente. Esta
angustia se refleja en dolores de cabeza, dolores de espalda, mareos ... y
estados de ánimo de tristeza, tensión y nervios.
Según
la OCDE, los estudiantes españoles dedican una media de seis horas y media
semanal a hacer deberes. Creo
que es un tema importante, tanto por las horas que se dedican como por el tipo
de actividades en las que muy a menudo consisten estos deberes.
La
cuestión debería considerarse de manera sistémica, viendo el sentido y las
características que deberían tener las tareas y las vivencias de aprendizaje
fuera de la escuela. Si
en la escuela hay que tener en cuenta el papel de la motivación, del
aprendizaje con sentido, de la implicación en el propio proceso de aprendizaje,
del aprendizaje en colaboración ... lo mismo habría que considerar cuando
pensamos en los deberes escolares.
Si
lo hacemos, quizá pondremos en cuestión la forma en que a menudo se está
enfocando el tema.
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