Se acercan las vacaciones.
Hay quién ya las está disfrutando. Supongo que las ganas que tenemos de llegar
a estos días se deben a factores diversos, entre ellos el climatológico: el
calor no es un buen aliado para el trabajo intenso.
También los
esperamos, probablemente, por el hábito, por el ciclo al que nos hemos
acostumbrado y por la oportunidad de hacer cosas distintas. Seguramente -y esto
no es tan bueno- el estrés que acumulamos a lo largo del curso también explica
la avidez con que esperamos los días de descanso. Esta tensión que vivimos
durante el curso puede ser estimulante pero siempre que se dé en dosis
mesuradas. El problema es que la situación que estamos viviendo en la sociedad
en general, y en la educación en particular, no ayuda demasiado a esta moderación.
Cuando las vacaciones se convierten en una oportunidad para huir, alguna cosa
no acaba de andar bien.
En fin... como
decía Ortega somos el yo y nuestra circunstancia. En la medida que nos sea
posible, focalicemos la mirada durante las vacaciones en las oportunidades para
recuperar placeres como la charla tranquila, el paseo sosegado o el
descubrimiento de nuevas realidades. Esta desconexión nos ayudará a afrontar el
nuevo curso con una visión más positiva... pero esto aún está lejos, ahora
tenemos por delante momentos llenos de placer, seguro.
Muy buenas
vacaciones y hasta la vuelta.