Reproduzco el artículo que acabo de publicar, como editorial invitada,
en el número 18 del Boletín del Instituto de Ciencias de la Educación de la
Universidad de Barcelona:
Las
universidades catalanas se encuentran en un momento que, como mínimo, podemos
considerar complejo. En
el caso de la UB, probablemente uno de los problemas de mayor entidad es el
envejecimiento de la plantilla de profesorado y las dificultades para favorecer
el imprescindible relevo generacional. Más
allá de la situación objetiva, esta problemática a menudo genera cierta
sensación de desánimo en el profesorado que se ve realizando tareas que no
corresponden a profesores con dedicación a tiempo parcial, no dando alcance
para cubrir todas las necesidades de gestión por parte de profesorado a
tiempo completo o constatando la dificultad de coordinarse y trabajar en
equipo, entre otras situaciones.
También
se puede tener la sensación de que los recursos son insuficientes y de que el
esfuerzo por hacer una docencia de más calidad es una cuestión de decisión
personal, con un apoyo institucional demasiado limitado y con menos
reconocimiento de lo deseado. Sin
embargo, lo cierto es que hay muchos profesores y profesoras que buscan cómo
mejorar, día a día, para ayudar al aprendizaje de los estudiantes. Quizás
es una muestra de la vertiente vocacional que caracteriza a los docentes (una
vocación que a menudo las instituciones aprovechan más allá de la cuenta).
Esta
vitalidad que lleva a poner en marcha proyectos nuevos, a trabajar en
verdaderos equipos docentes, a desarrollar proyectos de innovación... requiere
de apoyo y entre este apoyo está la formación. No es suficiente pero es
imprescindible. Esta
formación puede tener modalidades diversas: cursos, talleres, jornadas,
seminarios, grupos de trabajo, etc. Algunas
de las modalidades favorecen más que otras el intercambio, un intercambio que,
por sí mismo, puede ser uno de los apoyos para profesorado con ganas de mejorar
su docencia.
Cuando
se toma parte de acciones formativas donde se favorece este intercambio, los
participantes suelen valorarlo como uno de los beneficios que han sacado de la actividad
formativa. Esto
es así porque compartir con otros docentes en torno a la mejora de la práctica
ayuda a visualizar posibilidades y a sentirse miembro de un colectivo,
rompiendo la sensación de insularidad que a menudo tiene el profesor o profesora.
Hay
varios beneficios del intercambio entre docentes: compartir y contrastar las
propias opiniones con los colegas, ver que vale la pena apostar por cambios pequeños
para que a la larga puedan sumar y convertirse en cambios más grandes y reafirmarse
en que otras
posibilidades docentes responderían mejor a la necesidad de ayudar a los
estudiantes en su proceso de aprendizaje.
A
veces, cuando pensamos en formación, podemos tender a concebirla como algo muy
estructurado y bastante unidireccional (del formador a los que pretenden
formarse) pero el concepto de formación debe ser más amplio y flexible y debe
incluir la multidireccionalidad ,
el aprendizaje entre colegas y el papel del grupo de iguales como recursos
formativos muy potentes. El
intercambio con otro profesorado es una buena manera de formarse, en este
sentido amplio de formación. Los
intercambios en equipo docente pueden ser potenciadores de mejoras sustanciales
en la docencia puesto que, en este tipo de equipos, el intercambio y la ayuda
mutua se refieren directamente a la práctica profesional más inmediata. Los
intercambios con profesorado de otras disciplinas pueden ayudar a abrir nuestra
mirada y ver nuevas posibilidades.
Desde
el ICE deben estimularse las posibilidades de intercambio, en el marco de la
formación que se ofrece, pero el intercambio los profesores lo podemos manejar
más allá de la oferta formativa del ICE, con los colegas más cercanos. A
veces, podemos aprender de la relación con el profesorado que tenemos más cerca
y de quien muy a menudo desconocemos sus ideas docentes y cómo trabaja con los
estudiantes. Los
procesos de intercambio suelen ser bastante gratificantes... aunque piden un
esfuerzo. Como todo lo que
vale la pena.