miércoles, 27 de febrero de 2013

UNA DISCUSIÓN EN CLASE

El otro día, en una de las clases de la Universidad, discutimos sobre el concepto de calidad en educación. Las opiniones eran diversas. Algunos estudiantes incidían en la carga mercantilista y economicista del concepto. Para ahondar más en la cuestión les propuse ir más allá de la terminología y preguntarnos en función de qué tomamos los educadores y educadoras unas u otras decisiones. ¿Qué criterios pueden favorecer esta toma de decisiones?

Aparecieron entonces opiniones en el sentido de que no hay opciones buenas porque no hay opciones malas.  Se dijo que hay que adaptarse a cada persona, respetando sus intereses (“si no quiere estudiar matemáticas que no las estudie”), que cuando se dice que una mayor formación proporciona mejores oportunidades ves a saber si es cierto porque “todos los estudios responden a intereses” o que “puede ser bueno dejar que una persona se hunda, en un momento dado”.

Este relativismo –que enlaza con la entrada anterior de este bloc- que parece llevar a que todo vale, y la idea de que hay que “servir” a la persona, me parecen peligrosos cuando estamos hablando de futuros educadores y educadoras. Las decisiones que tomamos influyen –en ocasiones, mucho- en las personas y en sus posibilidades. Respetar ciegamente “lo que quiere la persona” es olvidar que su decisión no es libre sino influida por las ideologías y culturas dominantes. Atender a la diversidad no puede contraponerse a la equidad y a proporcionar oportunidades a todos y a todas…

A veces, nos encontramos en las clases con personas muy poco críticas pero también con personas hipercríticas y, ni unas ni otras, parecen muy predispuestas a considerar puntos de vista distintos, a poner en tela de juicio sus convicciones, a pensar sobre las propias contradicciones (si afirmo que todo es relativo me estoy contradiciendo en la propia afirmación) y, en definitiva, a buscar un conocimiento en temas educativos que vaya más allá del que tienen las personas que no son profesionales de la educación.

La Universidad debería ser una atalaya desde donde hacer posible esta reflexión profunda, abierta de miras y abocada a la indagación permanente. Aunque la sociedad actual no lo pone fácil, no podemos renunciar a ello. Y esto no me parece algo relativo.

martes, 19 de febrero de 2013

HE LEÍDO…

Acabo de leer Imposturas intelectuales de Alan Sokal y Jean Bricmont, editado por Paidós (2008). Este libro arranca de un artículo publicado por Sokal, en una prestigiosa revista, titulado “Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica trasnformativa de la gravedad quántica”. Se trataba de un artículo lleno de citas de reconocidos intelectuales. Su autor, posteriormente, reveló que había hecho una parodia con la intención de “desenmascarar, a través de su sátira, el uso intempestivo de la terminología científica y las extrapolaciones abusivas de las ciencias exactas a las humanas”.

En el libro se recogen y comentan “textos que ilustran las mistificaciones fisicomatemáticas de teóricos, reconocidos y algunos muy populares. Los autores pretenden demostrar “que tras la imponente jerga y la aparente erudición científica, el emperador sigue desnudo”.

Los autores critican duramente el solipsismo, para el cual el mundo exterior es una emanación mental del yo, y el relativismo que, según ellos, tanto se da en las ciencias sociales y humanas.

Desde los paradigmas interpretativo y sociocrítico, y desde otros paradigmas emergentes, que a muchos de los que trabajamos en educación nos parecen potentes para interpretar e incidir en la realidad, el texto que comento no creo que nos lleve a poner en duda estas perspectivas, entre otras razones porque el libro se refiere a algo concreto: el uso abusivo, y a menudo inexacto, de términos de las ciencias puras en las ciencias sociales. Sobre este aspecto la obra es muy ilustrativa.

Pero el texto puede ayudar a reflexionar sobre algunos abusos que se están dando, debajo del paraguas de los paradigmas alternativos al positivismo. Una cosa es interpretar la realidad o analizar qué nos influye para que la interpretemos de un modo o de otro, y otra cosa bien distinta es que todo sea relativo y que cualquier visión y cualquier enfoque tengan que ser aceptados. Lo más difícil es no mezclarlo todo y evitar caer en la actitud de que todo es justificable. 

lunes, 11 de febrero de 2013

JORNADA DE DOCENCIA


Hace unos días, en nuestro Departamento, en la Universidad, celebramos una nueva jornada de docencia. En este caso, todo el profesorado del Departamento fue convocado a analizar y reflexionar sobre la implantación de los nuevos títulos de grado, ahora que las titulaciones donde impartimos docencia ya se encuentran en el último curso de su primera promoción.


 Después de que los jefes de estudio responsables de coordinar las titulaciones de Maestro de Infantil, Maestro de Primaria, Educación social y Pedagogía nos presentaran el estado de la cuestión, nos reunimos en grupos de trabajo, por titulaciones, para ver que aportaciones podíamos hacer para mejorar la docencia.

Una vez más constatamos que disponer de espacios de intercambio para reflexionar en común resulta muy gratificante y, a la vez,  permite abrir nuevas posibilidades que lleven a un proceso continuado de mejora, paso a paso. En el caso del grupo de educación social, acordamos poner en marcha un grupo de trabajo informal, con reuniones periódicas y abierto a la participación del profesorado que lo desee. Nos pareció que disponer de este espacio, sin más imposiciones ni burocracia que aquellas que nosotros queramos ponernos, puede ayudarnos a mejorar nuestra docencia… y a hacer más gratificante nuestro trabajo. Vamos a ver…

martes, 5 de febrero de 2013

ÉPOCA DE CORRECCIONES


En nuestra Universidad, estos días no hay clases de grado. Empezaremos de nuevo de aquí pocos días. Para el profesorado, es época de correcciones. Aunque hagamos evaluación continuada, siempre hay tareas finales, de síntesis. Corregir no es la parte del trabajo que me gusta más, especialmente porque los grupos - clase son muy numerosos, pero resulta muy gratificante cuando, por ejemplo revisando un proyecto realizado por el alumnado, ves que se ha producido aprendizaje.

Esta tarea se compagina con la preparación de la docencia que se encuentra a punto de iniciarse. Imparto una asignatura que tiene, como tarea más relevante para el aprendizaje y la evaluación, un trabajo conjunto con una asignatura de otro departamento. La coordinación de los equipos docentes de las dos asignaturas es compleja pero muy interesante. Nos parece coherente para el estudiantado y enriquecedora para el profesorado.