lunes, 22 de octubre de 2012

FRACASO ESCOLAR (Resumen de prensa)

El Periódico digital:

INFORME DE LA UNESCO
España encabeza el fracaso escolar en Europa
Uno de cada tres españoles de 15 a 24 años dejó sus estudios antes de acabar la enseñanza secundaria

Martes, 16 de octubre del 2012
AGENCIAS / París

España es el primer país de Europa en términos de fracaso escolar y de mala inserción laboral de sus jóvenes, según los datos recogidos por la Unesco en la edición 2012 del estudio anual Educación para Todos (EPT), publicado este martes.
Uno de cada tres jóvenes españoles de entre 15 y 24 años dejaron sus estudios antes de acabar la enseñanza secundaria, frente a la media europea, que habla de uno de cada cinco, de acuerdo con este estudio, que recoge el progreso de los objetivos educativos fijados en Dakar en el 2010 y cuya fecha tope de cumplimiento es el 2015.
Para los responsables del informe, las cifras de abandono escolar en España son "preocupantes" habida cuenta de que se trata de un país "duramente golpeado" por la crisis y donde el paro juvenil superó el 50 % en marzo de este año.
La falta de competencias profesionales de los jóvenes europeos "les aboca a desaprovechar su potencial, les hace perder oportunidades de empleo y les impide ayudar a sus respectivos países a volver a la prosperidad", señala el estudio, donde se asevera que, en tiempos de crisis, dotarles de herramientas es "más esencial que nunca".

viernes, 12 de octubre de 2012

DILEMAS ANTE LA MOVILIZACIÓN DEL ESTUDIANTADO UNIVERSITARIO


Ayer algunos estudiantes universitarios hicieron huelga. En el campus Mundet de la Universidad de Barcelona, quizás por el tipo de titulaciones que se imparten (maestro, educación social, trabajo social, pedagogía...) siempre hay mucha respuesta ante este tipo de convocatorias. Aún recordamos el final del pasado curso, con una huelga indefinida y con encierros, que llegaron a producir situaciones muy tensas y una sensación de desánimo de gran parte del profesorado y de muchos estudiantes.

 
En los momentos que estamos viviendo, los y las estudiantes pueden y deben estar preocupados por muchas cosas, y entre ellas por los derroteros hacia los que se está conduciendo a la Universidad.

 
Al profesorado -que estamos viviendo la situación con igual preocupación- las huelgas estudiantiles nos ponen ante un dilema: por un lado, entendemos que no se resignen, pero, por otro lado, nos preocupa cómo puede llegar a repercutir la no impartición de clases en su formación.

 
Quizás la huelga -o, mejor dicho, una huelga prolongada como la que se planteó el anterior curso- no sea la opción más adecuada ni para los intereses formativos de los propios estudiantes ni para sus reivindicaciones. Optar por dificultar el proceso formativo que corresponde a las enseñanzas universitarias no suele conllevar sumar adhesiones y complicidades que, con toda seguridad, favorecerían sus objetivos.

 
En todo caso, no es fácil encontrar cómo compaginar objetivos distintos, aunque éstos sean en sí mismos muy loables. Probablemente se requiere un esfuerzo especial de imaginación, y ello no es fácil cuando a menudo existen concepciones y motivaciones, por parte de algunos, que no siempre se explicitan.

 
Conocemos muy bien, especialmente quienes lo vivimos en otros momentos históricos, lo difícil que resulta compaginar buenas intenciones en movimientos de estas características con la realidad que, a menudo, acaba dándose. Un ejemplo de ello son los movimientos asamblearios, donde suelen convivir la potencialidad de las asambleas para construir acuerdos en común con dinámicas de grupo que dificultan la construcción de consensos reales.

 
Aunque no sea fácil, hay que afrontar el reto de encontrar estrategias que permitan compaginar la protesta contra unas políticas que ponen en grave peligro el concepto de Universidad pública con la necesidad de potenciar que esta Universidad pueda cumplir con una de sus principales funciones sociales: la de contribuir a la formación de una ciudadanía crítica y activa con una alta preparación profesional.

viernes, 5 de octubre de 2012

LOS NI-NI

Editorial de la revista Aula de innovación educativa, 215, octubre 2012:


 

La combinación de la crisis económica y del fracaso escolar de una parte importante de adolescentes ha dado lugar a un colectivo de jóvenes que no están trabajando ni estudiando; es decir, no tienen ninguna de las dos ocupaciones que se consideran básicas en nuestra sociedad.

Los datos son muy preocupantes: casi un 24% de jóvenes españoles entre 15 y 29 años ni estudian ni trabajan. Se trata de una población a la que se ha etiquetado como los ni-ni. Este porcentaje, notablemente superior al de los países de la OCDE (donde no llega al 16%), es muy preocupante.

La salida tradicional para quienes fracasaban en el sistema escolar era la incorporación temprana al mercado laboral y, a la vez, las posibilidades laborales servían a menudo de estímulo para dejar los estudios. Sin embargo, las dificultades actuales para encontrar trabajo han llevado a muchos jóvenes abandonados por el sistema educativo a encontrarse en un proceso de marginación social, puesto que la sociedad actual se estructura en gran parte sobre los pilares de la ocupación laboral y del conocimiento.

En sintonía con la situación anterior, se mantiene un alto porcentaje (cercano al 30%) de alumnado que no finaliza sus estudios secundarios. La deserción de las aulas se da en bachillerato y en formación profesional.

Con toda seguridad, las causas son diversas, pero urge buscar soluciones. Se trata de uno de los problemas más graves que tiene actualmente nuestro sistema educativo. Como sucede con todos los problemas complejos y sustantivos, la búsqueda de alternativas requiere de un buen diagnóstico de la situación, de estrategias que contemplen su complejidad y de consensos suficientes para remar todos en el mismo sentido o, como mínimo, para evitar hacerlo en sentidos contrapuestos.

Las alternativas dirigidas a mejorar la situación actual, además, deben plantearse desde la equidad. Desviar cuanto antes mejor a una parte del alumnado a la formación profesional y otras propuestas de semejantes características no parecen ni equitativas ni susceptibles de generar el suficiente consenso. Una selección demasiado temprana puede hacer más cómodas algunas situaciones en las aulas pero no es respetuosa con la diversidad y los distintos ritmos de maduración de los adolescentes.

La gravedad de la situación obliga a construir opciones para su mejora pero esta construcción requiere de tiempo. Las respuestas que buscan soluciones rápidas a problemas educativos no tienen excesiva viabilidad.

En estos momentos, parece que la situación de crisis económica, social y política, sirva de justificación para la toma de decisiones que pueden suponer un retroceso significativo en los logros del sistema educativo. Por otra parte, a menudo las políticas de imagen parecen anteponerse a las que realmente pretenden una mejora estructural del sistema.

La necesidad de obtener mejores puntuaciones en las pruebas internacionales y la de disminuir los porcentajes de fracaso escolar, en ningún caso deberían dar lugar a decisiones partidistas que no puedan generar suficientes adhesiones ni a decisiones que atenten contra lo mejor de nuestro sistema educativo. No todo se reduce a mejorar los resultados estrictamente académicos, especialmente si ello se hace a costa de ir “soltando lastre”.